Coyuca de Benítez es un municipio costero de la “Costa Grande” del estado mexicano de Guerrero, es catalogado como de muy alto y alto riesgo de inundación por eventos hidrometeorológicos extremos, convirtiéndose en la zona más vulnerable al cambio climático global del estado. La hidrografía del municipio la componen tres subcuencas: A. Cacalutla, R. Coyuca y B. Acapulco, todas son exorreicas y desembocan en La Barra. En el municipio se desarrollan actividades económicas como el cultivo de coco para la producción de copra, cultivo de varios mangos, pesca, acuicultura (tilapia y camarón), comercio y turismo. La mayoría de estas actividades se desarrollan en la llanura costera, la parte baja del municipio. El turismo se concentra en el curso inferior del río Coyuca, a la altura del puente principal municipal, donde hay enramadas (restaurantes) que sirven mariscos a lo largo del río. Otro atractivo turístico es el sector conocido como “La Barra de Coyuca”, un arenal entre el mar y los cuerpos de agua del río Coyuca y las lagunas Mitla y Coyuca. Aquí se puede disfrutar de la playa, la gastronomía local, actividades como observación de aves y paseos en bote por los manglares de las lagunas. Este ecosistema costero brinda beneficios ambientales y socioeconómicos a varios pueblos, pero también representa un riesgo de inundaciones en época de lluvias y huracanes.
Las inundaciones que más han impactado hasta la fecha ocurrieron en 2013, cuando pasaron los huracanes Ingrid y Manuel, y los pueblos ubicados río abajo del puente de Coyuca se vieron afectados debido a las fuertes lluvias prolongadas que provocaron el desbordamiento del río. Las inundaciones causaron todo tipo de daños, por ejemplo, en localidades como “Coyuca” y “El Bejuco” el agua alcanzó hasta 3 m de altura; el agua y el lodo afectaron la mayoría de las casas de estas comunidades, destruyendo muebles y electrodomésticos (López-Velasco et al., 2018; Morales-Ruano et al., 2022). La destrucción de las vías de comunicación, incluidos puentes colapsados y cortes de tramos carreteros aisló a más de 30 comunidades, interrumpió el suministro de agua potable y provocó daños ambientales en santuarios tortugueros y en manglares; así como impactos en el turismo, la ganadería, la agricultura y la acuicultura (Morales-Ruano et al., 2022).
Mediante entrevistas semiestructuradas realizadas a pobladores con diversos roles (un comisario, una futura comisaria, un historiador local, un maestro, y dos campesinos), como parte de mi investigación doctoral, estos actores manifestaron que están conscientes de los riesgos de vivir en las áreas propensas a inundaciones. Y al parecer, esta percepción del riesgo es generalizada entre la población.
Con el paso de los años, las inundaciones son consideradas como algo cotidiano y “normal” entre las y los habitantes de Coyuca; en gran parte porque, aún frente al riesgo, esas tierras han permitido el sustento de sus familias a través de las actividades económicas citadas. Además, prevalece un vínculo con el suelo heredado por generaciones, y al cual no están fácilmente dispuestos a renunciar. Los residentes prefieren tomar algunas medidas para proteger su vida y sus propiedades durante la temporada de lluvias, por ejemplo, llevan a niños, mujeres embarazadas, personas de la tercera edad y personas con discapacidad a los segundos niveles de sus casas o en ocasiones los reúnen en una casa bajo previo acuerdo. También se abastecen de alimentos y suministros en el caso de quedar incomunicados, trasladan a los animales de pastoreo a áreas seguras y, entre otras actividades, estacionan sus vehículos sobre la vía que une a los pueblos, ya que allí la altura es mayor con respecto al plano de la mancha urbana; por otro lado, en las casas de dos pisos, los muebles y electrodomésticos se llevan a un segundo nivel.
A pesar de la necesidad de medidas preventivas para reducir el riesgo de inundaciones, los gobiernos locales y estatales han adoptado un enfoque reactivo (post-desastre), posiblemente debido a diversas limitaciones, como son las financieras, materiales, humanas y educativas. La experiencia de los huracanes Ingrid y Manuel en 2013, pese a que los daños ocasionados por las inundaciones superaron por mucho la respuesta de las autoridades, fue el origen de una conciencia de solidaridad entre los pobladores, ya que se vieron en la necesidad de unirse para ayudarse entre sí, más allá del apoyo oficial-gubernamental. En palabras de los afectados: “la ayuda entre los vecinos llega primero” y esta acción da significado a una resiliencia comunitaria, tal como la abordo en mi tesis doctoral “Factores tangibles de la resiliencia; modelo de riesgo de inundación en el curso inferior del Río Coyuca”.
Referencias
López-Velasco, R., Torres-Espino, G., & de la Parra, A. M. (2018). Adaptación de activos al cambio climático en el Sistema Urbano Lagunar de Coyuca, México: Hacia la resiliencia climática en ciudades costeras. Medio Ambiente y Urbanización 88 (1). https://www.ingentaconnect.com/contentone/iieal/meda/2018/00000088/00000001/art00008.
Morales-Ruano, J. V., Reyes-Umaña, M., Sandoval-Vázquez, F. R., Arellano-Wences, H. J., González-González, J., & Rodríguez-Alviso, C. (2022). Flood susceptibility in the lower course of the Coyuca River, Mexico: A multi-criteria decision analysis model. Sustainability 14(19), 12544. https://doi.org/10.3390/su141912544.